miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿DERECHO ARTIFICIAL?


         El Derecho nace con la historia y transitará con ella hasta que sólo quede un hombre en la tierra; y mientras avanza, se va alimentando de los logros que el ser humano va alcanzando con el pasar del tiempo.

         El panorama actual presenta, con un rol preponderante, a las Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC’s), que están potencializando todos los campos de las ciencias, en donde el Derecho no podría ser la excepción, produciendo ya – a decir de Nuria Cuadrado Gamarra – un “entusiasmo, a veces algo desmedido, por los importantes avances que la Informática ha hecho posible en ámbitos tales como el de la Administración de Justicia o la producción normativa”[1].

         Hoy la informática – a través de su concepto de Inteligencia Artificial[2] – postula su influencia en el campo decisional jurídico.  Así entonces, se trata del hecho que una computadora realice las funciones propias de un ser inteligente en todo aquello que se refiera a razonamientos y toma de decisiones.

         La Inteligencia Artificial, aplicada al campo del Derecho, tendría implicancias prácticas como por ejemplo en el análisis que se harían de los hechos delictivos a fin de que se logre alcanzar una calificación jurídica de los mismos, o quizá recomendaciones relevantes para cada caso litigioso concreto. Ya no es sólo brindar abundante informacion, a través de una base de datos contenidas en grandes almacenes virtuales, por medio de la cual se tome una serie de decisiones; la inteligencia artificial postula sugerir decisiones posibles, “ya construidas a partir de razonamientos que imitan la forma en que los operadores humanos podrían enfocar, razonar y justificar un caso legal[3].

         Existen voces, de aquellos que señalan con cierto énfasis, de que será imposible remplazar al ser humano en el plano de las decisiones con relevancia jurídica, mucho menos cuando el Derecho vive – dinámicamente – retroalimentándose de conceptos y argumentaciones muy complejas, difíciles de encuadrarlas dentro de otro sistema complejo. Podríamos cuestionar y preguntarnos ¿dónde quedaría el papel del juzgador al momento imperante de interpretar las normas jurídicas, de aplicar los principios fundamentales del Derecho?, etc.  Tal como señala Julia Barragán, “La construcción de una decisión es siempre un proceso complejo, en el que combinan la evaluación de diversas alternativas de acción (condenar/absolver, admitir/rechazar) con la evaluación de las situaciones del entorno que generalmente asumen también un carácter complejo. En el caso particular de las decisiones judiciales el entorno contiene tanto los elementos normativos (bajo todas sus formas), como los elementos fácticos (en toda su complejidad)”[4].

         De entrada, es de suponer. que si se integran la totalidad de los datos para emular una decisión judicial, el resultado será casi o tan igual a los datos que se ha proporcionado un Juez para dar su fallo. Así como avanza la tecnología, considero que no pasará mucho tiempo para poder apreciar un caso litigioso en el que la decisión judicial provenga – como ya lo caracteriza Danièle Bourcier – de un “legislador cibernético[5], en remplaz de un legislador humano. Esta dialéctica entre el conocimiento y los avances tecnologícos no se detendrán ante la mirada temerosa de aquellos que se piensan indispensables para tales ejercicios.

         Aquellas escenas de películas de ciencia ficción que creíamos imposibles o demasiado futuribles para ser realidad, dejaron de serlo; sin miedo al avance tecnológico y sin descontar la importancia capital del ser humano en su papel de tomador de decisiones judiciales, deberá encontrarse un punto medio en el cual ambos (Juez e Inteligencia Artificial) logren lo que – sólo – humanamente no hemos podido satisfacer: una verdadera justicia social.

         Puede parecer efímero, etéreo, utópico, inalcanzable, imposible, irreal, ficción, etc., conceptos que no detendrán el avance de la tecnología y de las aspiraciones humanas; progreso al que los operadores del Derecho no pueden dejar de percibir el gran aporte que generan las nuevas tecnologías de la información.
Diapositivas


[1] INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y DERECHO: ¿UN ENCUENTRO POSIBLE? Autor: Nuria Cuadrado Gamarra. Doctora en Derecho. Profesora de la Facultad de Derecho de la UCM
[2] “En su sentido más amplio, la frase “inteligencia artificial” (IA) alude a la posibilidad de que una máquina pueda simular los procesos de razonamiento que caracterizan al cerebro humano”. INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y DERECHO, Por Christian Hess Araya,en http://www.alfa-redi.org/rdi-articulo.shtml?x=821
[3]LAS BASES DE DATOS LEGALES E INTELIGENCIA ARTIFICIAL ¿CÓMO DESAFÍAN EL LENGUAJE DEL LEGISLADOR?”. Ricardo León Pastor, Lima, 2009. Lima, julio de 2009. Pág. 25
[4] “LA DECISIÓN JUDICIAL Y LA INFORMACIÓN”. Julia Barragán. Revista de Teoría y Filosofía del Derecho. n°1, Octubre 1994 en http://www2.scjn.gob.mx/investigacionesjurisprudenciales/seminarios/2o-seminario-jurisprudencia/material-complementario/05julia-barragan-la-decision-judicial-y-la-informacion.pdf

[5] “Juez robot, máquina de decidir, legislador cibernético” en “INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y DERECHO”. Danièle Bourcier.

 

 

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martes, 22 de noviembre de 2011

EL FUTURO EN CARRETA

Debo admitir que hasta hace muy poco tiempo, no tenía conocimeinto ni alcance de lo que significaba la Agenda Digital 2.0; después de una somera lectura de la misma, aún sigo poco convencido de toda la proyección que se plasma en los ocho objetivos – cada una de ellas con diversas estrategias – para que la sociedad peruana en su conjunto, se encuentre a la altura y velocidad del siglo que presenciamos.

Las TIC’s (Tecnologías de la Información y la Comunicación), al parecer, no logran romper las estructuras políticas del gobierno presente en las que se encuentran insertas. Las buenas nuevas, para nuestra sociedad, que se proyectan con las TIC’s han llegado a ser abanderadas promesas de campañas políticas, y – en algunos casos concretos – nombradas para hacer muestras de que un Institución de Educación Superior – sobre todo Universidades – se encuentran a la altura de los tiempos modernos.

Sería mezquino echar por tierra toda esta proyección, este plan, que extendido en una mesa de trabajo encuentra en sus lectores ilusiones y esperanzas de encontrarnos, como en algunas sociedades del entorno sudamericano y ya no digamos de aquellas que se encuentran “del otro lado del charco” (expresión para indicar a los estados europeos[1]), a la altura de la era de la informática.

Pero, quisiera ir concretando mi crítica y señalar mi experiencia más próxima desde lo vivido actualmente en mi Casa de Estudios; universidad que se precia de ir dando pasos y obteniendo logros en lo que a TIC’s se refiere. Sin negar lo anterior (pues existen desde algunos años atrás cursos de TIC’s dirigidos a formar y poner en actualidad a nuestros docentes), no logro entender el hecho de dirigirme al Centro de Cómputo de mi universidad y no tener acceso a las variadas posiblidades de utilizar la información que el Internet nos ofrece. Es decir, contamos con la infraestructura necesaria – que ya otros sectores de nuestra sociedad anhelarían tener, y más aun aquellas regiones de nuestro país en las cuales esta proyección es aún un futurible – para estar inmersos en la era cibernética, y se sigue pensando que los universitarios no están preparados para hacer usos de las mismas.

En una ultima sesión en la Sala de Cómputo, no podíamos acceder ni a copiar imágenes para implementar nuestros blog’s. A lo que voy: tengo los medios, procuro estar al día con las TIC’s, ofresco cursos de TIC’s y así tener al día a mis docentes, brindo – como entidad educativa superior y particular – Salas de cómputo, medios para ser paladínes y abanderados de encontrarse a la altura de los tiempos modernos….PERO, (siempre los benditos PERO’s), no tengo la confiabilidad en aquellos usuarios a los cuáles se pone al alcance esa infraestructura; de tal modo que se colocan restricciones, bloqueos, no acceso a programas básicos, etc, etc, etc.

Tengo la misma sensación al leer la AGENDA DIGITAL 2.0; grandes objetivos, abundantes estrategias, ofrecimientos y deseos de contar con tecnología de punta, de brindar a la sociedad mejores parámetros de bienestar y desarrollo…y creemos que con regalar computadoras a los niños – quizá hasta en sectores que no gozan de servicios de primera necesidad – ya son grandes pasos de avance tecnológico.

El temor a que los usuarios-universitarios no sepan hacer uso de las infraestructuras tecnológicas, no pasa por bloquear o limitar el acceso al internet, sino por invertir más y mejor en la formación humana e integral – bien redactadas en nuestros perfiles profesionales presentes en cada una de las seis facultades que cuenta nuestra universidad – para saber conducirnos en el uso de estos medios tecnológicos.

Estoy convencido, una vez más, que somos una sociedad inmediatista, muy dados a lo fácil, a soluciones rápidas, a ensalzar los logros y no mencionar ni dejar que asomen nuestros defectos. Se tiene que invertir más en educación, formación en valores y virtudes para ganar universitarios responsables de su tiempo y de su espacio, e influir y dinamizar nuestra sociedad para que dar pasos verdaderos de que estamos progresando. El progreso tecnológico, sin el progreso como personas de buen vivir y del buen hacer, no es motivo suficiente para henchirnos de orgullo por los logros (valideros también) que se van alcanzando en el campo de las TIC’s.

Quizá no hablé nada de La Agenda Digital 2.0, pero pongo la atención en que toda esta agenda, de gran proyección y avance para nuestra sociedad y para cada rincón de nuestro país, tiene que ir de la mano de un esmerado esfuerzo por formar personas para dar un mejor talante a nuestra sociedad, tan venida a menos.

Utópico, idealista, irreal, imaginario… no lo sé, pero lo que sí sé es que llevar a cabo ambas (tecnología y formación humana) implica mucha más inversión y como bien decía un comercial de antaño: “eso cansaaa”.



[1] Nota del autor.

CUANDO LO QUE SIRVE…SE VUELVE INSERVIBLE



Definitivamente nuestra sociedad no ha estado – ni lo está en estos momentos – preparada para ser un agente analizador ante la información difusa y abrumante que el internet nos brinda.

Levantar el dedo acusador y señalar que todo es desventaja y dañino en cuanto al avance que ha supuesto el internet, sería absurdo y delirante. Sin embargo, desde mi propia experiencia, y después de releer el artículo de eminente Premio Nobel peruano[1], me veo inserto en ese grupo humano que teniendo la experiencia de haber sido un buen lector…hoy he pasado a ser absorbido por tanta información que ha terminado por abrir la brecha del facilismo y la inmediatez, a la que nos lleva el internet si no manejamos un criterio de actuación.

Es verdad, que todo conocimiento genera en la persona una manera de pensar que se concreta en un modo de actuación; tal como lo señala el artículo de Mario Vargas Llosa: “los mediosejercen una solapada influencia… y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar[2].  De allí que si la repetición de los actos no se suceden, por ejemplo en torno a una virtud que se desea adquirir, no se logrará adquirir dicho fin.

En una sociedad como la nuestra venida a menos en cuanto a lo que hábito de lectura se refiere, es de esperar que el facilismo y la inmediatez que nos prodiga el internet afecte de manera directa aquellos buenos hábitos que los buenos libros nos permiten: dedicación, atención, memoria, comprensión, análisis, razonamiento…creación o generación de nuevas ideas o conocimientos. Si no nos corregimos a tiempo, nuestra mente termina por entumecerse y anquilosarse, terminando por dejarse llevar por el vaivén del mal uso del internet.



[1] http://www.elpais.com/articulo/opinion/informacion/conocimiento/elpepiopi/20110731elpepiopi_11/Tes
[2] Ibidem.